sábado, 14 de marzo de 2009

MUY BIEN LA OBSERVACIÓN DE ESA NIÑA!

Cierta vez, mi sobrina de seis años jugaba muy entretenida a ser maestra, explicando a su clase imaginaria, qué era el aire. Les decía: “el aire, niños, es toda esta claridad que nos rodea”.
Entonces yo, que la observaba entre admirada y divertida de ver con la facilidad con que ella se imaginaba que otros niños la escuchaban, le dije: “Perdón señorita, pero en aquella habitación no hay luz y sin embargo hay aire”. Obviamente lo hice por el puro hecho de molestarla y para ver que me contestaba ella. Ante mi gran asombro, ella, en vez de decirme que la dejara jugar tranquila, y siguiendo con su discurso docente, dijo muy aplomada; “muy bien la observación de esa niña”, y siguió dando explicaciones.
Les aclaro que tuve que irme a otra habitación a reír, porque fue sumamente gracioso, pero ella sencillamente me impuso respeto hacia su juego y su rol, que por supuesto no abandonó aunque yo lo intentara.
Creo firmemente que los niños si una los observa con atención pueden llegar a darnos grandes lecciones, y ese día, me enseñó que no importa lo que suceda alrededor nuestro, si una es capaz de mantener viva la actitud y la imaginación, se puede salir airoso y aprender del obstáculo.
Suele suceder que con el proceso de socialización, los adultos perdemos esa frescura que caracteriza los juegos infantiles, perdiendo la conexión con la niña o niño interior que todos llevamos dentro.
Esto nos aleja de la espontaneidad que tenemos a esa edad para darnos cuenta que todas las posibilidades están ahí, dispuestas, esperando que nosotros las designemos como reales para que entren en la esfera de la acción.
Claro y entonces ustedes pensarán que gracia tiene, donde está el secreto, si yo todos los días tengo cosas que pagar, y problemas que resolver, y no se solucionan solos.
Eso es cierto, pero también lo es, el que cuando tenemos cualquier situación que resolver, lo hacemos mejor si estamos relajados y confiamos en nuestras capacidades resolutivas.
El problema no son los problemas sino lo que hacemos con ellos, dice la frase popular.
Y también dicen que el problema no es problema hasta que lo nombramos. La palabra aparece como símbolo generadora de realidades, uno crea su realidad en la medida que se comunica y es justamente la comunicación la que trae los sucesos, dándoles vida. Estas palabras son el nexo entre la imaginación y la existencia que llamamos real, porque creamos códigos relacionales que nos van formando y determinan la calidad del vivir que es una práctica cotidiana, la vida es el estar, dice Maturana.
Entonces descubrimos que tenemos herramientas, que no estamos a merced del destino, sino que podemos ser co creadores de nuestro mundo, que podemos dibujar las calles de las ciudades que más tarde transitaremos.
Y es así en la medida en que le abrimos paso a la diosa o dios que todos llevamos dentro, diseñando nuestras experiencias, dirigiendo como capitanes el barco.
Todos los grandes maestros y maestras que han convivido en nuestro tiempo nos han enseñado que hay que mirar las cosas con ojos de niños, estar siempre más cerca del corazón que de la razón, y nunca olvidarse de jugar.
Es justo ahí en el espacio lúdico que seamos capaces de permitirnos, donde están las claves para no olvidarnos de cómo podemos, simplemente ser.
Gracias por acceder a este juego hermoso de vivir.
Gracias por leer esto que escribí para vos.

2 comentarios:

  1. Que bueno seria conservar la mirada de un niño, la sencillez de sus respuestas, poder resolver los problemas desde la creatividad, como tu sobrina; buscar esa “puerta de escape” tan ansiada cuando nos sentimos asechados...
    So.

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  2. Hola So! La sencillez de sus respuestas creo qie es la clave, cuando se es niño o niña se siente más y se duda menos.Gracias por tu aporte!!Un abrazo!

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