viernes, 10 de abril de 2009

SONRISA, FÚTBOL Y MEDITACIÓN.

Cuando mi hijo era chico y jugaba al fútbol, yo lo acompañaba, y observaba que si se enojaba por algo en la cancha, en seguida dejaba de hacer goles o jugar bien.
Entonces desde la tribuna yo ponía mi mano formando un semicírculo y le decía “sonreí”, algo que a él obviamente le molestaba bastante en ese momento de ofuscación, pero que cuando lo charlábamos, reconocía que era algo que le servía de mucho.
La idea era sencilla, cuando estaba de mal humor jugaba mal y cuando estaba divirtiéndose jugaba bien.
Unos cuantos años más tarde, en una conferencia del monje budista Bhante Vilmarams, encuentro que el método que ha transformado a muchas personas que lo practican, es justamente la meditación mediante la sonrisa.
El dice que tenemos que observar como está la comisura de nuestros labios.
Si está para abajo, estamos teniendo pensamientos de ansia y apego a una preocupación, y con eso viene el sufrimiento, el dolor emocional.
Aunque no tengamos ganas en ese momento, pongamos una sonrisa en los labios, la comisura hacia arriba, y todo lo demás se transforma.
Es cierto que a veces suceden cosas dolorosas en nuestra vida como una pérdida o algo así, pero si aún en el dolor somos capaces de poner una sonrisa, podemos dejar ir, sin sufrimiento.
Parece que he dicho una de las expresiones más complicadas de la vida: “dejar ir”…
Cuantas veces nos cuesta tanto dejar ir, a la persona que amamos, a un trabajo, a una casa, a los hijos en busca de su propio destino. Aún a las relaciones que no nos hacen bien y se transforman en las adicciones que nos mantienen encerradas/os entre rejas a veces reales, a veces imaginarias.
Y es justamente el apego el que juega un papel muy importante en todo esto.
El ego es el que nos muestra la trampa, haciendo que parezca que algo es realmente nuestro, cuando en realidad lo único verdaderamente nuestro es nuestro aliento, ese hálito que nos diferencia de algo no vivo, porque lo demás es ilusorio. El señor millonario, no posee nada si no tiene su energía vital y así nos vamos de este mundo, sin nada.
Entonces para qué apegarnos?
Obviamente esto es más fácil decirlo que sentirlo, porque todas nuestras relaciones vinculares las pasamos por el tamiz de las posesiones: mis hijos, mi casa, mi trabajo, etc.
No obstante, si deseamos en realidad dejar de sufrir por cuestiones del apego, sería muy interesante empezar a trabajar con una idea que puede ser muy liberadora.
Los chinos dicen: esto también pasará.
Y es una cultura milenaria y muy sabia.
Primero partir de la base que todo, absolutamente todo en nuestras vidas es pasajero, lo único permanente es el cambio.
Después, saber que si podemos poner siempre una sonrisa en todo lo que hacemos, ella nos ayudará a que nuestro cerebro, que es una máquina de liberar hormonas y neurotransmisores, nos conecte con la fuente de vitalidad, energía, bienestar, por ende, nos haga sentir mejor.
Y lo que es más asombroso es que esto se transmite.
La gran diferencia entre hacer las cosas con amor y apegarse a ellas, no es no amar, sino sentir que uno ama para la libertad, ama respetando al otro y a una misma.
Y fundamentalmente, que si yo soy, soy sin tiempo, no importa que algunas cosas se terminen, mi esencia continúa unida a todo el universo.
Yo soy yo y soy vos.
Por eso puedo amarte y dejarte ir.
Gracias por leer esto y gracias porque vos hiciste que mis manos lo escriban pero eran seguramente pensamientos tuyos.

lunes, 6 de abril de 2009

AYUDACEREBRO!!

Me llegan noticias de gente que ha leido el blog y cuando intentaron hacer comentarios no han podido...uff, esto de la tecnología está buenísimo pero hay que aprender a usarla... bue, asi que nos asesoramos con nuestros amigos entiendotododecompus y voila... si no tienen cuenta en gmail que es muy fácil hacer una, bue, pues pongan anónimo y listo!! eso si, me dan una pista de quienes son eh?! jaja bue, gracias a todas/os por avisar y seguimos en contacto!! Abrazos!!!